Rolezinhos dan vuelta a Dilma

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Rolezinhos dan vuelta a Dilma

Año 7. Edición número 297. Domingo 26 de Enero de 2014


El Partido Trabalhista colisiona con las políticas de su gobierno llamando a sus seguidores a movilizarse en ciudades como Rio y San Paulo, para denunciar activamente el “apartheid impuesto a los jóvenes desfavorecidos”.
A meses del Mundial, la juventud brasileña entra en la agenda política nuevamente. Si bien es más fiesta que protesta, ahora, darse una vuelta al shopping parece ser una rebelión contra el consumismo y la segregación del capitalismo concentrado. Los llamados “rolezinhos”, derivado de “dar um rolê” –que significa “dar una vuelta”–, expresan las tensiones de una estructura demográfica cambiante en Brasil, donde su potencial económico es interpelado por la persistencia de grandes exclusiones sociales.
Así, la convocatoria masiva a través de las redes sociales de jóvenes, para “darse una vuelta” en los shoppings, pasó a ser una cuestión de Estado, porque esta nueva manifestación social proviene de chicos de las favelas de los suburbios de las principales ciudades brasileñas, atraídos por un paraíso consumista que desean o cuestionan y ahora se les presenta como prohibido.
Si bien la práctica de “darse una vuelta” al shopping de estos jóvenes existe desde hace décadas, tal como registra Chopis Centis, una canción del grupo Mamonas Assasina de 1990, cuando versa: “ese tal Chopis Centris está muy bien para llevar a las novias a dar unos rolezinhos”, lo cierto es que la masificación a través de las redes sociales lo coloca como un nuevo fenómeno colectivo.
Desde la convocatoria del 7 de diciembre, previo a las ofertas de Navidad, donde grupos de 6.000 jóvenes se congregaron en el centro comercial de la estación de subterráneo Itaquera, en las proximidades del estadio de fútbol donde se inaugurará el Mundial 2014, los encuentros comenzaron a tener un tono de protesta, especialmente a partir de la represión que sufrieron unos mil congregados por parte la policía militarizada con balas de goma y gas pimienta.
Así, la polémica se profundiza cuando algunos shoppings de San Pablo, epicentro del movimiento, impulsaron la prohibición del ingreso de esos jóvenes a sus establecimientos. En palabras del presidente de la Asociación Brasileña de Shoppings Centers, Luiz Fernando Veiga, para defender el rechazo a la irrupción de jóvenes, sostuvo que “perturban a los clientes que no están acostumbrados a ese tipo de tumultos”.
En tanto que Miradas al Sur conversó con Icaro Pacheco, quien fue un impulsor de la convocatoria a una “rolizhina” al Shopping de Taboao, al sur de San Pablo de este sábado, quien sostuvo que la convocatoria no tiene un fin político: “Sino que la gente está haciendo esta fiesta en el shopping center para conocer nuevas personas. Estamos haciéndolo para personas que son excluidas de la sociedad”. Para Pacheco, “son los comerciantes los que hablan de tumultos, y algo que es para que la gente conozca nuevos shopping centers con otras personas que se contacta por Facebook terminan siendo impedido por los policías”.
Y es que un tribunal de Río de Janeiro, ávido de defender las demandas capitalistas, había prohibido, en forma cautelar, la realización de un evento convocado el domingo pasado y que tenía una confirmación de 9.000 jóvenes en Facebook. Sin embargo, una interposición del grupo de abogados de Habeas Corpus, que trabaja en la defensa de movimientos sociales, logró dejar sin efecto la medida. Como respuesta, los shoppings Leblon y Rio Design de Río de Janeiro y el JK Iguatemi, uno de los más lujosos de San Pablo, decidieron cerrar sus puertas para evitar el ingreso de los “rolezinhos”.
En la misma línea represiva, el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin del PSDB (Partido de la Socialdemocracia Brasieleña) sostuvo que “los “rolezinhos” son ilegales, por lo que la policía intervendrá cada vez que sus acciones desemboquen en vandalismo”. En el mismo sentido, un magistrado del Tribunal de Justicia de San Pablo prohibió la celebración del encuentro argumentando que el centro comercial es un lugar privado, “impropio” para ese tipo de manifestaciones, y además argumentó que en otros “rolezinhos” se han registrado robos y destrucción del patrimonio.
Contrario a esto, el gobierno federal, a través de sus funcionarios, salió a rechazar las acciones represivas a los “rolezinhos”, tomando en cuenta la mala experiencia de las movilizaciones de junio del año pasado. Así, Gilberto Carvalho, el secretario general de la Presidencia de Brasil, comentó a la prensa que el accionar de la policía estaba “echando gasolina al fuego” al detener a los jóvenes rebeldes en centros comerciales. Por el contrario, sostuvo el funcionario: “Tenemos que acercarnos poco a poco con estos jóvenes a tratar de entenderlos y mantener un diálogo”. A su vez, la Secretaría de DDHH de la presidencia de Brasil, María do Rosario Nunes, sostuvo a través de la Agencia de Noticias del Estado, que “las personas no pueden ser separadas en esos lugares entre los que tienen dinero para consumir y los que no”.
En tanto que el intendente de San Pablo, Fernando Haddad, del PT (Partido dos Trabalhadores), está propiciando canales de diálogo con los “rolezinhos” y la presidenta Dilma Rousseff, a fin de generar medidas para controlar el movimiento y evitar el desborde, especialmente en las cercanías del Mundial. Algo bastante complejo ante un movimiento que no tiene líderes con quienes interactuar.
Por su parte, la juventud del PT expresó su apoyo a los “rolezinhos” y llamaron a sus militantes a formar parte de las convocatorias, especialmente en San Pablo y Río de Janeiro, a fin de “denunciar el apartheid impuesto a los jóvenes desfavorecidos”, a través de su secretario general, Jefferson Lima.
A su vez, unas 200 personas del Movimiento de los Trabajadores sin Techo se congregaron el jueves frente a un centro comercial en el sur de San Pablo, en apoyo a los “rolezinhos”, lo que provocó el cierre de las tiendas mucho más temprano y la custodia de las fuerzas de seguridad.
Uno de sus convocantes el profesor de Historia Douglas Belchior –consejero del grupo UNEafro (Unión de Núcleos de Educación Popular para Negras/os), afirmó: “La ciudad no existe para el bienestar, sino para el consumo. Nuestro acto es político, contra los varios tipos de prejuicio, principalmente los que imperan contra los negros”.
Si bien la mayoría de los jóvenes que participan en estas convocatorias lo hacen bajo la consigna “desordenar sin cometer delitos” y sus prácticas tienen una lógica de diversión más que de movimiento social, tal como comenta Alba Zaluar –profesora de la Universidad del Estado de Río de Janeiro–, lo cierto es que pusieron en debate profundos temas sociales en Brasil, que van desde la exclusión hasta el racismo.
Algo que sorprende a dirigentes sociales, como Stephanie Ribeiro, de Bloguera Negras, quien comentó: “Nunca imaginé que un día la ida al shopping sería vista como acto de resistencia política. Los llamados ‘rolezinhos’ presentados por los medios de comunicación desde diciembre de 2013, consisten en una simple salida de jóvenes, en grupos, a los shopping centers. Algo común, ya que el gran contingente de frecuentadores de estos espacios son jóvenes. Sin embargo, lo que despertó la revuelta de algunas personas en relación con estos ‘rolezinhos’ fue el tipo de joven que está realizándolos: pobres y, en su mayoría, negros”.
Si las grandes catedrales eran la expresión de desarrollo en el medioevo, los shopping centers se han convertido en el centro de evangelización consumista en el capitalismo actual. Cuanto más es el desarrollo de la ciudad, más grandes son sus centros comerciales. Sin embargo, en sus confesionarios mercantiles no alcanza con la mera fe o deseo de compra, si no hay dinero, no te quieren en sus tiendas.
Lo cierto es que el desarrollo económico de Brasil potencia nuevas expresiones sociales que históricamente fueron excluidas y que ahora comienzan a tener acceso a espacios de consumo que son emblemáticos de un ascenso social. Sin embargo, la integración no es plena y las exclusiones manifiestan situaciones de segregación social y racismo, teniendo presente que la mayoría de ellos son pobres y afrodescendientes y que ahora dejan de ser invisibilizados y quieren ser ciudadanos y no meros campeones de fútbol.

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