Dilma confronta con banqueros y militares

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Dilma confronta con banqueros y militares

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Super star. En su semana más polémica, Dilma recibió a Spike Lee.(AP)
La presidenta Rousseff enfrenta las reacciones de banqueros y militares ante sus medidas en economía y DD.HH. Con las reformas en el sistema bancario y la formación de la Comisión de la Verdad, que investiga delitos de lesa humanidad en Brasil, Dilma intenta un pase de Aikido y cambia el eje de conflicto. Sin duda, era osada la apuesta de reformar el sistema de tasas a los depósitos bancarios para reducir el costo de los créditos. A poco de tener vigencia los cambios, los banqueros no se reservaron las críticas, la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) se manifestó a través de Rubens Sardenberg, economista jefe de la entidad, quien salió al cruce de las medidas de Rousseff con una metáfora: “Alguien dijo que vos podías llevar un caballo hasta la costa del río, pero no lograr obligarlo a beber agua”, tras presentar un informe que pone en duda la eficacia de las medidas oficiales para incentivar el crédito y estimular la economía. Pero la ofensiva no fue sólo de palabras, y si bien los banqueros tratan de evitar una crisis con el gobierno, ya que Rousseff exigió disculpas a la Febraban, las tensiones provocaron un salto en la paridad cambiaria. La moneda brasileña pasó a rondar los dos reales por cada dólar, habiendo acumulado un 5% en lo que va de 2012. Si bien es tendencia en alza, que no se registraba desde julio de 2009, lejos de preocupar al gobierno brasileño, lo lleva a una estrategia devaluatoria de la economía que le genera beneficios competitivos, punto en que coinciden tanto funcionarios de gobierno como empresarios. Es así que el ministro de Comercio, Fernando Pimentel, entiende que la depreciación de la moneda favorece la competitividad de los productos brasileños, considerando que el real alcanza “un buen nivel” que es “bueno para los exportadores, sin duda”, aseguró en Río de Janeiro. En tanto que el ministro de Hacienda, Guido Mantega, le restó importancia a las profecías inflacionistas, que auguran un aumento de precios por la elevación de bienes importados y materias primas. Cabe señalar que los precios en Brasil tienen un comportamiento inelástico respecto de la paridad cambiaria, por lo que la depreciación no provoca en el corto plazo incrementos inflacionarios significativos. Los DD.HH. avanzan. Tras el reclamo de organizaciones de DD.HH., finalmente Rousseff definió a los siete miembros de la Comisión de la Verdad. Entre sus integrantes se encuentra Rosa María Cardoso da Cunha, amiga personal de Dilma y abogada defensora de presos políticos durante la dictadura. Se suman el magistrado del Supremo Tribunal de Justicia Gilson Dipp; el fiscal del Estado Cláudio Fonteles, y el ex ministro de Justicia José Carlos Dias. Los últimos tres nombres son: el sociólogo Paulo Sergio Pinheiro, la psicoanalista María Rita Kehl y el abogado José Paulo Cavalcanti Filho. Si bien la Comisión de la Verdad no tiene facultades punitivas, su constitución implica un avance significativo, ya que sus informes son un aporte al desarrollo de juicios que se desarrollan actualmente en Brasil. Especialmente a sentencias como en el caso del dirigente del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) Joao Batista Franco Drumond, donde la justicia de San Pablo reconoció por primera vez que hubo tortura en la dictadura (1964-85), un fallo que se considera histórico para el país, más allá que el efecto jurídico inmediato será agregar al acta de defunción, que dice “fallecido por traumatismo craneano”, la frase “debido a torturas físicas”. Esa simple verdad provoca un fuerte debate en el seno de las FF.AA. de Brasil, que si bien lograron incorporar la investigación de acciones guerrilleras en la agenda de la Comisión, los delitos cometidos por miembros de las fuerzas constituyen crímenes contra la humanidad, que no prescriben, por lo que se abriría la puerta hacia juzgamientos más allá de las disposiciones que determina la autoamnistía de 1979. En pleno clima de debate sobre el accionar de la Comisión de la Verdad, Dilma Rousseff intenta mantener buenas relaciones con las FF.AA., por eso, alienta a repensar su rol desde las acciones de paz y fortalece marcos de acción en la ayuda a fuerzas de seguridad civil.

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  • El real brasileño se depreció el último viernes un 1 por ciento frente al dólar y acumula una caída del 2,68 por ciento desde el miércoles, cuando el Banco Central de Brasil redujo la tasa de interés de referencia para neutralizar la apreciación de su moneda. Además, esta devaluación empalmó con una caída de 2,73 por ciento en la Bolsa de San Pablo y la difusión de datos oficiales sobre la desaceleración de la economía del país vecino en el segundo trimestre del año.
  • En Brasil, mientras la recientemente creada Comisión de la Verdad y la Memoria se apresta a abrir la caja de Pandora que dejó la dictadura militar en ese país, la presidenta Dilma Rousseff le hace un guiño a las fuerzas armadas para descomprimir las tensiones que su creación provocó. Con promesas de asignarles un rol importante en el impulso industrial o el incremento presupuestario y la renovación de armamento, la mandataria brasileña busca tender un puente con los militares.
  • A Dilma Rousseff pareciera no darle descanso el vendaval de bajas en el gabinete. A las dimisiones de los ministros, se les suman las presiones políticas, especialmente de los militares, que provocaron un desgaste de su gobierno. Si bien el rápido accionar de la mandataria, que viene reemplazando a cada funcionario sospechado de corrupción, parecía darle un retrato de cierta firmeza, no pudo evitar que los cambios afectasen su imagen.
  • A pesar de sus altos niveles de popularidad, la Presidenta Dilma Rousseff no se toma descanso. El respaldo del que goza su figura es del 64%, según una encuesta de Data Folha, consultora ligada al diario Folha de Sao Paulo, que la posicionan bien para encarar la contienda electoral de octubre. Por eso, ahora hace “sintonía fina” en su gobierno, y para recuperar el crecimiento económico se propone bajar la tasa de interés e impulsar el empleo como iniciativa ante los problemas que acechan su gestión.
  • La austeridad, cuando es necesaria, pareciera ser una marca de los gobiernos del PT. En su primer año de mandato, Inácio Lula da Silva anunció una reducción de 14 mil millones de reales, con el objetivo de alcanzar un 4,25% del PIB como superávit primario. Siguiendo un “desarrollismo monetarista”, también desplegó un paquete de 14 medidas para incentivar el crecimiento. Por eso, que el gobierno de Dilma Rousseff encargue a sus ministros un recorte presupuestario no sorprende, de hecho, uno de sus planteos fue sostener la disciplina fiscal.
  • Los primeros cien días de gestión resultan clave para definir el rumbo de un gobierno. Y a pesar de la difícil tarea de eclipsar la popularidad de Ignacio Lula da Silva, la gestión de Dilma Rousseff pareciese haber logrado un perfil propio en la conducción de la colosal estructura administrativa brasileña. La era Dilma comenzó con un verano movido, por las inundaciones en Río de Janeiro, y parece no encontrar descanso con la matanza a niños indefensos en una escuela de esa ciudad.

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